Evangelizar*

¿Hola, como estas? Espero que súper, por acá con hartas cosas como siempre, tratando de darle movimiento aún a las cosas que no están bajo nuestro total control, porque convengamos que gran parte de ser emprendedor es ir moviendo procesos que nadie más moverá por ti…

Una de las cosas que, si está completamente bajo nuestro poder, es difundir lo que yo oficialmente llamo “el evangelio de la alimentación saludable”. Este mensaje que me ha tocado desde diferentes ángulos, sabes? Siendo bien honestas con ustedes, cuando hace 5 años comenzamos a hacer productos saludables nuestra alimentación mejoró increíblemente, pasé de tener un embarazo donde los antojos fueron la tónica, a tener una alimentación basada en plantas. A medida pasaron los años, mi clásico mecanismo de manejo del estrés (comer chatarra) me jugó una mala pasada y comencé a incorporar comida a nuestra dieta, (y digo nuestra, porque querámoslo o no, somos las mamás las que marcamos la pauta de lo que se come en nuestro hogar.) que te digo de frentón son asquerosas, malas, venenosas. Hablo de los ultras procesados en su amplia gama; snacks, leches de animales con azúcares y saborizantes añadidos, helados, chocolates, comida de fast food y un largo etc. No es necesario incorporar una gran cantidad de esta basura a tu dieta para que sientas sus efectos adversos, el azúcar que tan normalizado es literal, veneno blanco que en nuestra sociedad hasta hace muy poco era normal comenzar a incorporar poco después que los niños comienzan a comer. (me tirita el ojo cuando veo a bebes de celebrando 1 año con su cara embutida en un pastel que tiene más azúcar que la que necesitaran hasta los 18). Bueno, esto es solo un ejemplo de que tan normalizado tenemos conductas que es necesario e imperioso dejemos de normalizar. Siguiendo con mi historia de como me uní al evangelio de la alimentación saludable, cuando comencé a comer nuevamente esta basura, mi cuerpo lo sintió inmediatamente, comencé con jaquecas, vómitos, diarrea, malestar en general, y supe que si no modificaba estos patrones nocivos y autodestructivos me iba a enfermar, pero adivina qué? No me hice caso y pocos meses después me enfermé.  Un día simplemente me asusté lo mucho y raro que me dolía la guata y tuve que parar y hacerme cargo de esta situación que no había querido, que había negado, que había evitado para no ver lo que realmente pasaba. Y aquí llegamos a un punto que es super importante cuando hablamos de trastornos alimenticios, y son los diferentes factores que influyen en éstos. Factores psicológicos, factor stress, factores sociales. Sabiendo esto es urgente, que los diferentes sectores nos hagamos cargo de estas problemáticas que, al parecer para algunos, cuando no les involucran, cuando no soy capaz de empatizar con la realidad de otras personas, y tomar las medidas que corresponden.

Bueno, yo ahora estoy mejor, me hice algunos exámenes y tomé la situación en mis manos, comencé a ayunar, creo que esto hizo una diferencia increíble, el dejar descansar un estómago que constantemente estaba trabajando, para darle paso a lo que el cuerpo sabe hacer, auto sanarse, fue la clave en cuanto a lo físico. Pero en lo personal el darme momentos de auto cuidado para gestionar, procesar y atravesar mis emociones con inteligencia emocional, ese trabajo al menos para mí, ha sido realmente el corazón de un cambio de alimentación, y no es lineal, es complejo, requiere trabajo, meditación constante, enfrentarte cara a cara con lo que te perturba y tomar medidas al respecto. Es un viaje continuo de auto cuidado, amor propio, y conciencia.

Desde que comenzamos PanaCea como una panadería vegana, nuestra idea fue poder llevar lo mejor de las plantas, de la naturaleza,  a tu mesa, siempre lo sentí como un llamado, pero cuando te toma desde lo personal, el evangelio se tiene que hacer carne, se tiene que hacer concreto, cuando entiendes algo realmente, es tan poderoso que tu actuar completo debe ir en concordancia con tu máxima y es a propósito de eso que nace los cursos de alimentos veganos, fue un poco soltar también, mi conocimiento, mis recetas, esto que hemos construido desde la total autoría y de forma autodidacta, que  en algún momento lo sentía tan mío, que sufrí cuando empecé a ver copias de nuestros productos. Pero al igual que cuando aceptas un evangelio, hay cosas que sueltas de tu control y te dejas guiar por este bien mayor al que estas para ser solo un vehículo para que otr@s conozcan y acepten.

Hemos elaborado y seguimos haciéndolo, cursos con mucho cariño, con mucho respeto por la materia prima, por los animales, por nuestro planeta y por quien elaborara. Hemos puesto años de conocimiento, miles y miles de galletas, panes, queques, empanadas. Miles y miles de horas de vuelo constante y sin pausa que gracias a ustedes ha sido posible, un horno que no se apagado, algunas veces en días enteros. Que nos ha dado experiencias, frustraciones, lágrimas y sudor que hemos puesto en papel, le pusimos un precio, como siempre justo y pensando que esto se pueda divulgar lo máximo posible y lo entregamos al mundo como un hije más, esperando que pueda aportar a la sociedad que queremos construir.

La revolución de la alimentación saludable ya comenzó. Esto no tiene pie atrás, la pregunta más importante. ¿Te uniste al evangelio de la alimentación saludable?

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